January 3, 2014

Horizontes

Por unos meses, no sé, tres, cuatro, a diario vi el volcán.

Íbamos de Manzanillo a Colima por la carretera llena de limones, papayos, mangos. Mientras, Alberto me contaba sobre los árboles, trataba de enseñarme sus nombres y, de paso, sus historias. Todos, absolutamente todos, tenían alguna extraña relación con su propia vida en Veracruz, la Ciudad, cerquita del volcán.

Éste es igualito al del salón del fiestas de mi boda.

Ése es un limón enfermo, como mi padre antes de morir: pálido.

Éste otro parece nevado en invierno. Nunca he visto la nieve.

Decía tratando de liberarse de tantos sueños de historias.

Yo veía hacia adelante, donde acababa el camino. Bellos depósitos de magma.



January 1, 2014

Manzanillo, Colima

Manzanillo no duerme. El puerto no para, veinticuatro horas los hombres y las mujeres trabajan. Como si no nos cansáramos.

Y los muchachos me cuentan: "Cuando a mi papá le cayó la caja no supimos qué hacer. Murió rápido. Dicen sus compañeros que el cuerpo se deshizo en el instante. ¡Que bueno, no sufrió! Al ratito no tuvimos dinero y mi mamá tomó su lugar como contador de cajas, lo único diferente es que ella usa un casco. Pero maestra, ¿qué diferencia hace un casco si son diez toneladas por caja?".

Aquí hace tiempo.

Duele.

Estoy cansada.

Sigo profundamente exhausta.