February 26, 2009

Academia de Belleza

Ella de blusa amarilla grecada. Blusa traída desde Johanesburgo por su padre. Grecas hechas por alguna mujer exotificada. Pantalón negro entubado. Pantalón mil veces remendado por su madre. Tenis grises, aretes de frijol peruano y cabello como siempre, despeinado en lo alto.

La otra ella de blusa verde a rayas blancas, más bien blanca a rayas verdes. Rayas similares a las de cualquier cebra, tigre o pez. Pantalón bombacho de mezclilla azul, de esos que aparentan ser de segunda mano pero no esconden su pretencioso origen. Zapatos rojos con agujetas inamarrables violeta. Sin aretes, en Noruega la feminidad depende de otras herramientas. Cabellos libres al viento.

La última ella quisiera estar desnuda. No obstante, se cubre con una sudadera gris, pantalones sepia abotonados por doquier, tenis obscuros y calcetas evidentemente largas. Bolso índigo con letras celeste, éstas escriben Wien Universitat. Cámara en mano. Cabello rubio y corto. Anteojos de fantasía.

Él viste un sweater negro colorido. Pantalón azul. Los mismos tenis de siempre. Cuello ancho y atractivo, él no lo ha notado. Parecería desabrigado si no tuviera tan larga cabellera, varios tonos se asoman de su cabeza: amarillo, rojo y café. Es medianamente impresionante. Los trozos amarillos tienden a rizarse, los demás a alborotarse.

Ella, la otra ella, la última ella y él caminan por las calles de Gante en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Tarde fría y airosa pero amena. Gente tomando té en los cafés de alrededor. Hombres viejos exhalando círculos de humo. Actor inmóvil sometido a la caridad del espectador. Joven sentado debajo de un árbol leyendo a Cortázar por Alfaguara. Éste último sujeto es importante en el escenario imaginativo.
Los personajes principales se introducen a un edificio poco prometedor al lado de una iglesia bautista. En el primer piso un negocio dedicado a la venta de baterías, relojes, radios y tacos. Escaleras. Academia de belleza multipremiada en concursos internacionales. Se sugiere a la clientela no haber consumido drogas o alcohol antes de someterse al corte gratuito. Seis sillas de jardín incitan a las ellas a tomar asiento, el él se ve perturbado y se coloca junto a ella. Ella toma su mano y le dice que le seguirá queriendo pese a cualquier cambio, él la abraza. Él entra a la academia mientras ellas examinan el lugar. Escaleras. Aburrida sex shop. Escaleras. Academia de belleza y sillas otra vez. Silencio cómodo por diez minutos.

El hombre aparece, del brazo una mujer. Se sientan. Hombre carga consigo unas bocinas enormes. Ella supone que es vendedor de discos compactos, la otra ella está de acuerdo, a la última ella le preocupa cómo se sentirá el él sin su abrigo. De fondo, cumbia tecno japonesa, ésta emana del quipo de sonido del hombre. La otra ella y última ella fingen cantar en japonés, ella no para de reír. Hombre se ve molesto. Todas ellas dejan de burlarse y planean pedirle que cambie de música. No saben cómo hacerlo. Ella le termina preguntando si en su haber cuenta con algo de Cafe Tacuba, a la otra ella le pone de buen humor cantar sobre el olvido y la nostalgia. El hombre dice que no, que sólo tiene arte divertida y que seguramente ella es muy fresa para gustar de su colección. El hombre está en lo correcto. Ella sólo tiene en mente que el hombre está pelón, afuera de una academia de cortes gratuitos, que tiene tatuado en el cráneo “LUpe” y que dentro de su mochila oculta más de quince cd´s. Hombre interrumpe sus pensamientos y comienza a cantar Vasos Vacíos. Ella se une al coro de la mujer y el hombre. Las otras ellas reanudan el canto japonés. Todos sonríen y saben que es un momento especial.

Pese a la surreal situación, ella solamente piensa en porqué el hombre tiene tatuado “LU” en mayúsculas y “pe” en minúsculas. Ella sigue cantando y le nacen ganas de preguntarlo todo, no se atreve. Matador le sigue a Celia Cruz, ahora el coro es de ellas, la mujer y el hombre. Los cinco se encuentran felices, agradecen coincidir. El hombre se emociona y le comenta a ella que gusta de hip hop con temática política. Toca una canción sobre la guerrilla. Ella recuerda a un amigo brevemente apasionado a la dramaturgia y a este sonido. Comienza a escribir la historia en su imaginación, se la enviará esa misma noche. Lo realmente malo es que ella tiende a escribir pensando en el amor y esta supone ser una historia cómica. Suspiros.

Él sale desnudo y ellas saben que el Servicio Militar es una tontería. Afortunadamente, él sigue siendo el mismo él. Sonríen y salen despidiéndose del hombre y la mujer.

Escaleras.

Calle de Gante. Juegos juveniles que burlan la fealdad.

Ella decide conversar con el sujeto lector de Cortázar. Nada. Regresará a escribirle a su viejo y distante amigo. Está cansada. Las otras ellas no la entienden y el él no ha sido del todo informado. Lo mejor es despedirse.

Silencio cómodo. Suspiros. Canto japonés.