May 17, 2008

La vida está detrás de esa puerta.

Sucede que me voy en siete días, detrás de ese tiempo y esa puerta se encuentra una realidad alterna a lo sucedido en este lugar por dos años. Dos años. Septiembre 2, una y media de la madrugada, 2006. André, Julio, Atenea y un calor tremendamente seco, humo, el aeropuerto de Mumbai, turbantes, burkas, saris, uniformes. Tu recuerdo en mí que no se iba. ¿Yo por qué?. Si, el segundo país más grande del mundo. Un camión blanco, un camino y después de varias horas la neblina que cubría lo verde de las montañas, montañas verde brocoli con pastos de brocoli y olor a brocoli. Brocoli, como el de las ensaladas de la abuela. Llegas y Aneta (¿O Atenea en otro orden?) tan blanca como la nieve y su acento polaco y sus ganas de hablar español y su conocimento del ruso y su francés y hindi. “Hola, bienvenida” en cincuenta idiomas.
Hindi que inunda mis oídos en Pune, “Madame, aap kaise hai?” Bahut Acha digo yo, estoy bien, todo está bien, es sólo que de aquí a casa son doce horas, es de mañana y de noche, noche- mañana ¿es de noche o mañana?. Doce horas. Doce días. Todo lento, es que el inglés reduce las ideas y pasan más lento. Lentitud. Noviembre de repente. Ahmedabad y mujeres con guantes negros, burkas, polvo en mi nariz y cubierta con un velo oscuro, niños que leen el Corán. Afganistán, Irán, Paquistán, no, no, no... India de película. Las Tortugas Pueden Volar con Alicia en el Lumiere Reforma, igual pero sin estadounidenses. Nunca jamas gringos porque a mi Melina no la llamaría así, su acento de Miami y su llorar silencioso en la noche. Llora por esos niños. Pretención o empatía. ¿Cómo empatía si yo nunca estuve sin comer más de doce horas?. Rifayat con su hijab convenciéndome hacer Ramadán, cinco de la mañana, come, nada de agua, seis treinta y ocho de la tarde, come, toma agua, harta agua. Hace calor. Tal vez Dios existe. Discutamos si existe o no. Por favor. Si existe.
Pero de regreso a diciembre, viajar, Theo, dos metros, walking tree, Atenea uno ochenta, si (tú, yo) también. Kajuraho, ruinas con dibujos del kamasutra, un hombre, una mujer, un caballo y un hombre y otro caballo y otros hombres (¿cómo se hace eso?). Varanasi, la ciudad sagrada del hinduismo, el Ganges desnudo a la mañana, olor a mil trescientos muertos quemándose al día, olor a Lord Krishna bañándose, olor a incienso, nada más. “Si mi papá estuviese aquí”. Soledad el 24 de diciembre. El Taj Mahal, increíblemente blanco, bella foto esta de las sombras, no más. Jama Masjid, nadie acá pero maravillosamente bello, árabe cantado o rezado. Cantado, olvidémonos de la religión. Udaipur. “Atenea, está chida tu cara” Ja. Gracias, pero no. Enero en Muwci. Esta es mi casa, quiero a mi casa, me gusta mi casa, se siente a casa. México-casa-Muwci- mi casa.
Enero y febrero mirándole, marzo allá lejos, entre Tíbet (porque eso en realidad se llama Tíbet) e India. Dalai Lama que caminó hace 55 años. Ciento cincuenta mil tibetanos en Daramshala. Refugiados. Momos. Lágrimas. Haz algo (¿Quién? Si, tú, yo, nosotros) Puedo subir montañas, me gusta la nieve. Free Tibet en la roca. Conversación en el tren, doce horas contadas, tu hermano, mi hermana, nosotros. Hablaste. Te hice hablar. Amistad, tú eres yo, yo soy tú. Pero también yo soy él, tú eres él, todos somos iguales. En serio.
La escuela que me da un 33. Importa poco. Máximo 42. No vine a estudiar. Vine a platicar (¿segura?). Si, de verdad. Habla. Toca ese chello. Canta. Juega. Ya estás grande. No es cierto. Me quiero quedar aquí siempre. 2 de junio de 2007, 6 de la mañana, México DF. “Hola de nuevo. ¿Por cuánto estuviste esperándonos?”
Y te apareces aún, hoy después de todo este tiempo. ¿Un año? ¿Dos años? Se comenzaba a terminar.

May 9, 2008

De cumpleaños.

Tener 18 y seguir siendo ingenua. Muy ingenua. Seguir creyendo que intentándolo todo es posible, que haciendo un poquito más se llegará al tan esperado cambio, que es cuestión de coordinación y corazón. Ingenuidad nacida de aquél "¡No pasarán!" a veinte mil voces en el Monumento a la Revolución, alimentada por un escrito en democracia de Saramago y rejuvenecida por dos o tres chispazos de interés. Ingenuidad la de Andrés al creer que el millón cien mil votos servirían de algo. Ingenuidad la de las comunicadoras triquis al caminar orgullosas por la calle. Ingenuidad la del padre Ademar que vive y revive en la Casa del Migrante de Tecún Umán. Ingenuidad la de las mujeres de Atenco al esperar disculpas...
Y estar casi segura de que en un año el voto será nulo.