September 22, 2008

Recordándote me recuerdo

Por alguna razón este cuarto de palma seca y paredes grisáceas sigue extrañando tu cuerpo y tu titubeante sonrisa y tu profunda mirada y tu olor y tu natural silencio y tus palabras sinceras… Yo entre muros de cielo echando de menos tu llegar cansado después de días de sol lluvioso. No es contradictorio, no aquí, no ahora.
Llegas, te acuestas al lado (alado) mío y hablas de lo socialmente interesante de la escuela privada, la defiendes, la describes, la recuerdas. Si supieras. Continuas narrando tus aventuras en el teatro, breve apasionado a la dramaturgia, dícese experto en eso. No conoces siquiera el nombre de algún dramaturgo mexicano. Remember the play we saw last summer, remember, remember. El zapatismo ese que roba tus conversaciones también roba mi tiempo, que si la liberación de los pueblos y la autonomía. No hables de ello, vívelo.
Tú sabes de educación lo que yo sé de mitología inca, tú sabes de teatro lo que yo sé de matemáticas, tú sabes de autonomía lo que yo sé de estabilidad: nada. ¿No es esto una de las traiciones más puras? ¿No es esto amar al enemigo disfrazado? Tal vez es mera envidia mutua. ¿Cómo no amar al cachito de Europa entre céfiros y trinos? Quizás es que después de tantos años no te conozco todavía. No es contradictorio, no aquí, no ahora.

*Inspirado en la siguiente frase de HugoÁngelEscritorenBaltimore, “México, los trabajadores del ISSSTE, la izquierda seria, la reforma educativa y los zapatistas chiapanecos pueden irse a la soberana mi$%rda con tal de que haya una parte de México que se parezca a Praga: Elys”

De un Ipod y un huipil

Voy a arriesgar una reflexión pública sobre la situación de los jóvenes del Istmo de Tehuantepec, zona en la que actualmente vivo.

De acuerdo a lo establecido por el sistema educativo del estado de Oaxaca, el profesor tiene la obligación de hacerle ver a sus alumnos que la identidad del pueblo radica en los orígenes del mismo, es decir, en la raíz indígena correspondiente al lugar, sea ésta huave o zapoteca. El maestro es asimismo férreo indigenista. Uno debe considerar que de principio, en varias comunidades del Istmo, comenzando por San Francisco Ixhuatán, no se sabe bien a bien cuándo ni cómo llegó la gente. Hasta el momento hay disputas por aclarar si los huaves llegaron antes que los zapotecas o viceversa. Entonces, el maestro indigenista no tiene sustento a sus palabras diga lo que diga. Esto, como sea, no suele importarle al docente, lo fundamental es hacerle creer al joven que es totalmente indígena.

La mayoría de los jóvenes piensan que son indígenas y que cualquier entidad externa pretende arrebatarles eso. No obstante, al verse a sí mismos influenciados por la migración de sus hermanos y/o padres a los Estados Unidos cuestionan lo antes dicho. Por un lado, el profesor les ha creado la idea de que son completamente zapotecas o huaves y por lo tanto socialmente vulnerables, por otro, cómo se puede ser todo indígena cuando se viste con playeras Abercrombie y se carga un Ipod lleno de canciones de 50Cent y Eminem recién llegado como regalo de Houston. Pocos son los que han concebido la noción de ser mestizo.

Por último, los políticos (especialmente priistas) tienden a hablar de unidad nacional, equiparando a esta área del país con el norte y el centro. Pepe Guerra, presidente municipal ixhuateco, en su discurso del Día de la Independencia dijo que Miguel Hidalgo al igual que él y muchos políticos del estado, lo único que deseaban era el bien de México como república y no como conjunto administrativo de naciones. Así cuando los alumnos me ven y son obligados a compararse conmigo no encuentran muchas similitudes pues yo tengo de zapoteca lo que ellos tienen de españoles. Al final los jóvenes istmeños son huaves/zapotecas, prospectos a migrantes ilegales y mexicanos.

¡Viva San Pancho Ixhuatán! ¡Viva Oaxaca! ¡Viva México! ¡Vivan Juárez y sus borreguitos!