September 15, 2013

Washington, DC. Segunda vez.

Nota:

Ya, por fin, me resulta evidente que este blog es una diario de viaje.

Washington, DC
Me prometí, hace, no sé, dos, tres, cuatro años, que no viajaría a otro país por ningún amor.

No pude guardar la propia promesa.

La rompí sin querer, sin darme cuenta, con cierto miedo y muchas preguntas. Tuve que tomar el vuelo, hacer la conexión, correr para no perder el avión, invertir el salario quincenal, dejar de comprar libros, música, café, cancelar las citas de varias semanas, para irle a visitar.

Pensé que no podríamos compartir tanto tiempo. Y pude, y me gustó, y quise.

Pensé que no podríamos platicar del futuro. Y pude, y me gustó, y quise.

Bailamos frente a la estatua de José de San Martín, nos sentamos en las piernas de Albert Einstein, nos explicamos la revolución bolivariana y la física nuclear, nos tarareamos canciones-dijimos poemas-plantamos besos al amanecer. Nos construimos historia. 


Hacerme saber, convencerme de esto, le costó cuatro viajes, me tomó lo mismo. Carajo.

Así se siente ser amada. Así, también, se siente amar.

"Te quiero dar muchos besos. Y abrazarte. Y sentir nuestros latidos. Eso. Y recordarte que siempre aprendemos; diario, cosas nuevas. Yo de ti. Tú de mí".