June 17, 2012

Inesperado

Por respeto, tienes el derecho a no escribirme jamás.

No me escribas de tu vida, no me saludes, ni digas que estás contento, no me cuentes historias de frío invernal, de aprendizajes sublimes, de encuentros fortuitos. No me describas la escena de cuando te encontraste con aquella mujer que le daba de comer a las palomas en todas y cada una de las fuentes que viste en esa otra ciudad; tampoco quiero saber sobre los trenes que tomabas en la madrugada para arribar en la mañana y aprovechar todo el tiempo, darle un abrazo, beso, dos palabras; no se te ocurra saludarme de repente, ni siquiera en mi cumpleaños, o en el tuyo, o en el triunfo del 1 de julio, o en la Navidad en Islandia, guárdate el saludo; ahorra el mensaje telefónico para una mejor ocasión (la nostalgia en la vejez, algún funeral).

Por respeto, tienes el derecho a no escribirme jamás.

No me escribas un poema secreto.

Por respeto.

Siquiera, cariño.

June 11, 2012

Somos más

Bonito es ver a Valeria emocionarse por el calor del suelo al sostener más de 40 mil cuerpos. Se emociona porque no sabe. Piensa que somos iguales. No lo somos, es sencillo. Porque "nosotros" (entre comillas enormes) tenemos Historia de lucha combativa, sabemos alargar el tema, colgar pancartas, aplazar votaciones. Me niego a fingir horizontalidad, no puedo hacer como si nada. Olvidarme del pasado. No existe horizontalidad entre dos idénticas que crecieron desiguales, en tiempos que parecen acumular cuarenta años de distancia: mi barrio frente a su privada resguardada, las ropas de mi padre frente al vestido de su madre, mi primer viaje en avión fue a los 15, el suyo a los 2 meses, nunca tuve dinero para cigarros, a ella le sobró, no sé comer con cinco tenedores. Heredera yo de la escuela laica y gratuita, asidua del transporte público, de las bibliotecas estatales, de las funciones de cine gratis, de los conciertos en plazas inmensas, de los intercambios de libros, de la esperanza en cada paso (¿si no cómo, caray?). Me niego a fingir horizontalidad, díganle a mi amiga que me emociona su alegría, pero que ya no pienso pretender más. Basta con permitir que este tiempo nos acaricie. El suelo nos caliente tanto como los brazos del otro. Sobra con que nos miremos, encuentre de repente, que no estamos hablando de horizontalidad. Digo Asamblea y digo justicia. Bonito es verles a todos ilusionarse con este inminente, doloroso fracaso.