February 20, 2012

Un fin de semana intenso dificultó la respuesta

Un viernes de clases, horas y horas en transporte, familia y reunión - hasta eso, relativamente productiva. Un sábado de hospital y niños, esta vez no hospitalizados sino de urgencia (la gran mayoría, no graves). De doctoras que regañan a las mamás por ir a urgencias. De una recién nacida que está en urgencias porque la encontraron en una caja de cartón en la calle y la llevaron al hospital. De niñes con varicela, infecciones de vías urinarias, labios partidos. De familias que se desesperan nomás porque esperan de 5 am a 10 am para recibir atención, y mejor deciden irse, los muy ingratos (y de doctoras que en verdad piensan eso, y agregan: "mejor pa' nosotros"). De no tener idea cómo diagnosticar ni tratar nada. Y luego de cocinar, cocinar, cocinar, y esperar a que se cuezan los garbanzos.

Y un domingo de cruzar la ciudad y adentrarse en sus periferias, de oler los tufos de la basura que medio a escondidas tira el DF, de oler los tufos del sistema político que promete, coopta, corrompe, ensucia, golpea, amenaza de muerte. De hablar con gente, de ver a niños, de oír que se les infectan los ojos, la piel, que dos niños con leucemias, que uno con malformaciones cardiacas. De congregaciones católicas sin iglesia, de aguas negras al aire libre. De pensar que entre basura y aguas negras no debe sentirse tan libre el pobre aire. De muros que se cuartean, casas con gente hacinada que se deslizan por un suelo arenoso que la constructora - a sabiendas - no tomó en cuenta. De "privada" tras "privada" con una calle de unos 100m en cuyas dos banquetas caben 50 casas. De oir que cada privada tiene a una persona pagada por la empresa pa' que la gente no se alborote. De que la empresa es del hijo del compadre del que dicen que va a ser presidente. De que iba a haber 5 terrenos de donación para centros de salud. De que cuatro de ellos ya se usaron para construir más casitas. De que dicen que al que queda ya fue gente de Wal-Mart a ver y a medir. De que no hay mercado. De ver que hay gente que sigue la denuncia, que se intenta juntar. De ver que un grupito de chavos se junta pa darle clases de regularización a los niños.

En fin, de rabia, harta rabia, con una pizca de esperanza que, para el buen paladar, sabe más fuerte aunque esté más diluida.

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Este es un correo electrónico de mi hermano, lo tomo prestado. Lo tomo.