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January 20, 2013

Prozac

¿Cómo exactamente se escribe sobre la depresión (dice Omar "enfermedad burguesa")? ¿Con qué palabras? ¿Con qué verbos? ¿En qué tiempo?

¿Se dice: "Sé que un día de abril no pude pararme de la cama de tal cansancio en el cuerpo, veía al cielo o al techo (no importaba ni importará), pensaba en no sé qué, pero pensaba, tragaba saliva, tensaba la garganta, apretaba los dedos de las manos. Quise quedarme en la cama para llorar más a gusto. Posteriormente intenté ir a la Universidad, pero enseguida di el primer paso, deposité la mirada en la puerta y no salí, estuve ahí, parada por un par de horas, luego volví a la cama. Lloré por horas hasta dejar de ser consciente. Así fue la primera semana en la que supe de esto, la primera en la que fue incontrolable"?

¿"Estuve frente a un lago por un día sin darme cuenta. Se hizo de noche, dejaron de pasar autobuses, vi a los patos subirse a los árboles y escuché a los grillos cantar, volteé los ojos hacia la luna, encontré detalles en ella. Me pregunté si todo esto, eso, valía la pena"?

 ¿"Esto es una enfermedad, y como tal, se cura con rutinas: son las ocho de la mañana y no quiero olvidarme de la cápsula diaria, pongo tres alarmas. Evito tomarla en público por si alguien pregunta qué es, para qué sirve, si duele, si he intentado tomar terapia. La tomo en secreto con el afán de supervivencia social, nada más. Son las diez de la noche y es lo mismo, aunque con mayor soledad y posibilidad de mentir. Es más fácil decir que son anticonceptivos, que son pastillas para el sueño, que son cualquier cosa. Por la noche casi nadie se preocupa"?

¿"Supimos que no era tristeza porque dejó de tener razón. Nunca tuvo razón. Salía con un hombre inigualable, absurdamente inmaduro, dejó preguntas, se fue con culpa. Por una semana estuve infinitamente triste. Después el sentimiento dejó de tener explicación. La tristeza se quedó, pensé que no tenía sentido, pensé en las alegrías diarias, en lo afortunada que era. Empeoraba. La tristeza, la extraña nostalgia, siempre está latente. No importa cuánto se piense, se camine, se decida salir y bailar ante el mundo"?

¿"Sé que necesito que alguien me haga reír. Sé que necesito simpleza pues ahí se encuentra la belleza más pura, tranquila, paciente. Sé que necesito escuchar voces cantar a diario. Sé que necesito que cada amanecer, alguien, quien sea, me diga en voz bajita `esto vale la pena´. Sé que el silencio es imprescindible. Sé que necesito descansar. Sé que necesito de buenas conversaciones. Sé que necesito leer. Sé que necesito comprensión cuando soy incapaz de expresar ideas por medio de palabras. Sé que ocupo mi agenda porque soy experta en el escape. Sé que prefiero estar acompañada porque espero incansablemente que, pese a no poder percibirlo, así mejore"?

¿"Dejé de escribir porque dejé de poder hacerlo y por ello, dejó de haber razón"?

¿"A veces no puedo andar sola en la bici, en el coche, tampoco por el metro, pienso en los excesos. En lo que pasaría si... Luego me detengo, luego recuerdo, luego sonrío, luego rezo tantito. Deseo con todo lo que puedo, que así como llegó, un día de abril, esto se vaya"?

January 12, 2013

Depresión crónica


Abril 2011- Presente
Esto.

Aaron Swartz

Surely there have been times when you’ve been sad. Perhaps a loved one has abandoned you or a plan has gone horribly awry. Your face falls. Perhaps you cry. You feel worthless. You wonder whether it’s worth going on. Everything you think about seems bleak — the things you’ve done, the things you hope to do, the people around you. You want to lie in bed and keep the lights off. Depressed mood is like that, only it doesn’t come for any reason and it doesn’t go for any either. Go outside and get some fresh air or cuddle with a loved one and you don’t feel any better, only more upset at being unable to feel the joy that everyone else seems to feel. Everything gets colored by the sadness.
At best, you tell yourself that your thinking is irrational, that it is simply a mood disorder, that you should get on with your life. But sometimes that is worse. You feel as if streaks of pain are running through your head, you thrash your body, you search for some escape but find none. And this is one of the more moderate forms. As George Scialabba put it, “acute depression does not feel like falling ill, it feels like being tortured … the pain is not localized; it runs along every nerve, an unconsuming fire. … Even though one knows better, one cannot believe that it will ever end, or that anyone else has ever felt anything like it.”
The economist Richard Layard, after advocating that the goal of public policy should be to maximize happiness, set out to learn what the greatest impediment to happiness was today. His conclusion: depression. Depression causes nearly half of all disability, it affects one in six, and explains more current unhappiness than poverty. And (important for public policy) Cognitive-Behavioral Therapy has a short-term success rate of 50%. Sadly, depression (like other mental illnesses, especially addiction) is not seen as “real” enough to deserve the investment and awareness of conditions like breast cancer (1 in 8) or AIDS (1 in 150). And there is, of course, the shame.

So I hope you’ll forgive me for not doing more. And hey, it could be worse. At least I have decent health insurance.

June 11, 2012

Somos más

Bonito es ver a Valeria emocionarse por el calor del suelo al sostener más de 40 mil cuerpos. Se emociona porque no sabe. Piensa que somos iguales. No lo somos, es sencillo. Porque "nosotros" (entre comillas enormes) tenemos Historia de lucha combativa, sabemos alargar el tema, colgar pancartas, aplazar votaciones. Me niego a fingir horizontalidad, no puedo hacer como si nada. Olvidarme del pasado. No existe horizontalidad entre dos idénticas que crecieron desiguales, en tiempos que parecen acumular cuarenta años de distancia: mi barrio frente a su privada resguardada, las ropas de mi padre frente al vestido de su madre, mi primer viaje en avión fue a los 15, el suyo a los 2 meses, nunca tuve dinero para cigarros, a ella le sobró, no sé comer con cinco tenedores. Heredera yo de la escuela laica y gratuita, asidua del transporte público, de las bibliotecas estatales, de las funciones de cine gratis, de los conciertos en plazas inmensas, de los intercambios de libros, de la esperanza en cada paso (¿si no cómo, caray?). Me niego a fingir horizontalidad, díganle a mi amiga que me emociona su alegría, pero que ya no pienso pretender más. Basta con permitir que este tiempo nos acaricie. El suelo nos caliente tanto como los brazos del otro. Sobra con que nos miremos, encuentre de repente, que no estamos hablando de horizontalidad. Digo Asamblea y digo justicia. Bonito es verles a todos ilusionarse con este inminente, doloroso fracaso.

September 30, 2011

De tierra y paz

Lo importante generalmente se aprende de las palabras y silencios de las calles y los libros, no de las clases universitarias.

Hoy parecía más conveniente salir a disfrutar el sol danés, regalo del destino y las coincidencias climáticas que ir a la universidad. Se aprende más de salir en bicicleta a pasear por el lago, viendo a los caballos pastar mientras los viejos contemplan. Viejos que tomados de la mano caminan por ahí, andan un par de horas, se sientan, comen pan con paté, se miran a los ojos, deciden tomar sus bicis y andan de vuelta a casa platicando en el camino. Brabrand lleno de viejos y migrantes, Brabrand con corazón de lago, lugar en el que todos van a tomar el sol, de paso verse reflejados en el agua. Aquí, en este barrio, es donde se mezclan las sombras de quienes llevan la vida entera valorando el sol y de quienes salimos a disfrutarlo por mera nostalgia. Los caballos pastan, la gente sale, no pasa nada, no se acaba el mundo ni hay noticias trágicas, no hay 50 mil muertos a cuestas, 30 mil huérfanos, miles de desaparecidos: se aprende más de esto, de recordar qué significa paz.

Se aprende más de platicar con un desconocido en la tienda, dice de repente "You are from Mexico, I'm from Palestine, we also have a war". Carajo. Esta guerra que hermana, ni él, ni yo pedimos conocer a los muertos, saber sus nombres, conocer sus historias. Olvidarnos del número. Rebelarnos ante la estadística, recordar que detrás de esto hay razones y omisiones. Se aprende más del momento en el que una entiende que el palestino ha comenzado a confundirme con una refugiada de guerra, afectada igual por los muros, cañones, bombas. Paso a su bodega a compartir falafel, me pregunta de los próximos años, del futuro, la memoria, si nos acordamos o ya nos acostumbramos. Ese doloroso minuto en el que le dije que desafortunadamente, ya nos acostumbramos. Poco a poco se nos olvida. Todo está bajo control, no hay gente en los parques hablándose, compartiendo sombras, pensando. Nada más terrible que la desocupación de lo público; entonces la guerra nos alcanzó. Igual que en Palestina, me dice, donde a pesar del día soleado, nos quedamos en casa a ver la TV, escuchar el radio, escribir.

Se aprende más de salir con un refugiado político sin nombre ni dirección y verle sonreír, resulta que pese al tiempo, los golpes, el frío y la distancia, se puede seguir. La libertad no es asunto del espacio, sino de la conciencia. Verdaderos revolucionarios que me recuerdan por lo que vale la pena leer los mil ensayos de Memoria Colectiva, no es por el certificado, la experiencia, la metodología, es por compromiso conmigo y con los otros. Se aprende hablando de Robert Mugabe, del colonialismo, los artículos en inglés, español, francés que no hemos escrito, las historias de guerra que no hemos contado, las canciones que no hemos cantado, las vidas de los muertos que no hemos narrado. Primero vendrá una resolución diciéndonos que creemos una Comisión de la Verdad antes de que nos decidamos a organizarla. Volverá el gobierno autoritario antes de que encontremos a los desaparecidos de la Guerra Fría. Los libros de historia no incluirán estos cinco años, los maestros no hablarán de ello, fingiremos que fue un sueño, porque quisimos que la foto del cuerpo de María Macías Castro al lado de su laptop pareciera nada más que eso: un sueño. Se aprende más acercándome al refugiado político de Zimbabwe, sabiendo que no quiero ser como él a los 27, y que él fue tan parecido a mí a los 21.

Se aprende más paseando por el centro de Aarhus con una amiga, bebiendo una cerveza mientras platicamos de la clases que tomamos y damos, de la costumbre danesa de poner velas en todos lados, de cuán llena de gente está la explanada de la catedral, el canal, las playas. La gente no sólo sale porque sea un día especialmente soleado, salimos porque podemos caminar por el puerto sin miedo a lo que viene. Se aprende mucho de amanecer a diario con el periódico plagado de noticias llanas, beber café mientras se lee un buen libro, andar en bicicleta de casa a la universidad y viceversa, no tener reuniones interminables, ni siquiera imaginar protestas masivas. Vivir en esta indescriptible, culpable, recalcitrante paz.

August 31, 2009