Por respeto, tienes el derecho a no escribirme jamás.
No me escribas de tu vida, no me saludes, ni digas que estás contento, no me cuentes historias de frío invernal, de aprendizajes sublimes, de encuentros fortuitos. No me describas la escena de cuando te encontraste con aquella mujer que le daba de comer a las palomas en todas y cada una de las fuentes que viste en esa otra ciudad; tampoco quiero saber sobre los trenes que tomabas en la madrugada para arribar en la mañana y aprovechar todo el tiempo, darle un abrazo, beso, dos palabras; no se te ocurra saludarme de repente, ni siquiera en mi cumpleaños, o en el tuyo, o en el triunfo del 1 de julio, o en la Navidad en Islandia, guárdate el saludo; ahorra el mensaje telefónico para una mejor ocasión (la nostalgia en la vejez, algún funeral).
Por respeto, tienes el derecho a no escribirme jamás.
No me escribas un poema secreto.
Por respeto.
Siquiera, cariño.
No comments:
Post a Comment