Hoy me acordé de esa vez que tomé un tren de un país a otro durante la madrugada.
De cuando esperé tres días por si acaso recibía la-más-bella-llamada-del-mundo.
Me acordé. Me enojé de nuevo. Me molesté conmigo y con la ilusión del presente.
Somos memorias.
Somos, también, esa vez que no quisiste verme pese a cualquier esfuerzo.
Somos lo imperdonable.
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